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miércoles, 13 de mayo de 2020

¿Imaginas una bebida que tiene más de 500 años de antigüedad? No, no se trata de una marca transnacional reconocida a nivel mundial. Es nada más y nada menos que la popular chicha de jora, un refresco netamente peruano que vio la luz durante el Imperio Incaico. 

Cuenta la leyenda que, durante el mandato de Túpac Yupanqui (entre 1456 y 1461, aproximadamente), el invierno era más intenso. Fuertes aguaceros azotaban el incanato y hubo muchas pérdidas, tanto materiales (destrozos en las viviendas) como de insumos: la lluvia se filtró dentro de los silos donde acopiaban el maíz, por lo que arruinó la cosecha almacenada.

Producto de la combinación del agua caída del cielo con el choclo, se fermentaron los granos de maíz. Casi como una coincidencia, descubrieron la malta de maíz. En un inicio, iban a repartir este nuevo líquido al pueblo. Pero al percibir su olor, pensaron que este se había estropeado y decidieron desecharlo. Sin embargo, en una nueva casualidad, un indígena hambriento encontró este brebaje entre los desperdicios y decidió tomarlo. ¿El resultado? Refrescó su sed… y se embriagó. Así, como una eventualidad, se dio el origen de la famosa chicha de Jora.

La chicha de jora es requerida tanto por los peruanos como por los extranjeros que la prueban.

Su nuevo estatus
El rumor corrió rápido y no tardó mucho para que la Chicha de Jora sea adoptada por la nobleza inca. Luego de perfeccionar su preparación, se convirtió en la bebida predilecta de los altos rangos incaicos. Y fue tanta la fascinación por el macerado de maíz que empezó a servirse y utilizarse en rituales y ceremonias en honor a los wacas (lugares sagrados) y apus (dioses).

Por ejemplo, durante el Inti Raymi, celebración con epicentro en Cusco, el inca hacía una reverencia hacia el dios Inti (Sol) y brindaba con Chicha de Jora. También, se ofrecía esta bebida como pago a la tierra durante la Pachamama, para que abunden las buenas cosechas. Incluso, tras el arribo del Imperio Español, el inca Atahualpa ofreció un vaso hecho de oro con Chicha de Jora al sacerdote dominico Vicente de Valverde, con la intención de iniciar una conversación (esta era una tradición entre los antiguos peruanos). El clérigo pensó que intentaban envenenarlo y desechó el contenido.

La chicha de jora hoy en día 
Pasaron casi 600 años desde su creación. Cambiaron muchas de nuestras costumbres y tradiciones, pero la Chicha de Jora sigue vigente hasta el día de hoy. Esta bebida peruana no solo es un acompañante -y hasta ingrediente- de lujo para nuestra variada gastronomía, sino también sirvió para que muchos peruanos salgan adelante: existen los ‘chicheros’, gente que se dedica exclusivamente a la preparación y venta de este macerado de los incas.

Es más común que se sirva la Chicha de Jora en las zonas rurales, en la sierra, centro y norte del Perú. Incluso en estos lugares aún se presenta la bebida en jarrones ornamentales, llamados ‘potos’ o ‘cojuditos’. Sin embargo, en cada rincón del país puedes encontrar esta bebida milenaria, con algunas ligeras variaciones, que era considerada el néctar de los incas. Un ‘salud’ por ello.

Los 'chicheros' son gente que se dedica a la fabricación y comercialización de la chicha de jora.